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Este Documento Sucio - 01 El Sueño

Este Documento Sucio
  



Múltiples explosiones comenzaron a sucederse en desorden, mientras la escotilla del puente de la nave estelar volaba en pedazos. Con rapidez, un comando de infantería invadió las instalaciones humeantes y calcinadas, abrió fuego con sus armas mientras los defensores hacían lo que podían. La raza de los agresores era mixta. Unos eran de piel azul, mostraban una calma y autocontrol a pesar del fuego nutrido, otros eran criaturas enormes de cuatro brazos, que frenéticas no pensaban dos veces antes de disparar y destruir lo que estuviera a su paso.

La superioridad de los atacantes hizo mella en los servidores del puente. Al final, ellos terminaron con la resistencia en un instante, revisaron toda la cubierta y remataron a los que continuaban con vida. Un grito llamó la atención de todos. Una de las criaturas de cuatro brazos arrastraba un cuerpo agonizante.

Los agresores intercambiaron palabras, uno de los infantes de piel azul desapareció tras los restos de la escotilla. Este regresó acompañado por su líder, que llegó deslizándose mediante una serie de empalmes en lugar de piernas, se inclinó hacia el cuerpo moribundo y susurró.

—Así es como terminan todos los poderosos… Alimento para que alguien más fuerte tome su lugar. Bien te lo había advertido Sohoirna, que no confiaras en nosotros, pero ya es tarde para ti.

—Pagaras muy caro esta traición Ssarola, ellas te harán pagar— respondió el cuerpo agonizante.

—Ellas están condenadas. Además, lo que no sepan, no les hará daño. ¿Cuáles son tus últimas palabras?

Ssarola preguntó mientras apuntaba con el arma al final de su ramificación. Con mucho esfuerzo la criatura levantó la cabeza y reclamó —¡Véngame, hija mía!

Un sólido disparo trajo inmediata oscuridad a la imagen. El impacto despertó a la mujer que lo observaba, que abrió los ojos atónita, se reviso de pies a cabeza y suspiró de alivio al encontrarse ilesa. A continuación se sentó sobre la cama, cerró los ojos intentando contactar al involucrado en su visión pero el silencio fue lo único que contestó su llamado.

Se levantó de la cama, activó una pantalla, esperó a que se confirmara la seguridad de la comunicación y dijo a la oficial al otro lado de esta.

—Dania, entramos en alerta defensiva, cancela los permisos. Que el personal de la Flota esté disponible en todo el sector. ¿Está claro?

—Lo que usted diga, su alteza.

La mujer volvió y acarició su largo cabello, descubrió que lloraba por lo vivido, por lo soñado. Cubrió su rostro con ambas manos para contener la sensación de pérdida y abandono que sentía, a su mentor, el que había ordenado que la trajeran al mundo de los mortales.

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